El amor, la alegría, el crecimiento, la espiritualidad, la sabiduría y la serenidad. Todos esos fueron los valores que caracterizaron a Sanmao.
Valores que supo transmitir a miles de lectores en sus escritos, pero también a las personas con las que se relacionaba. De alguna manera, Echo Chen vino a Gran Canaria a enriquecer las calles por donde pasó y las gentes con las que estrechó vínculos cercanos.
Valores universales al fin y al cabo, en cualquier parte del globo. Ella los traía de serie y los cultivaba, no los perdió porque los compartía, los enseñaba y los difundía. Los llevaba consigo por muy lejos que viajara.